En invierno las bajas temperaturas hacen que el nivel de humedad en el
ambiente sea más bien bajo. Este hecho, junto con el incremento en el uso de
las calefacciones, provoca un ambiente de sequedad
que va a repercutir directamente sobre nuestras mucosas (garganta, nariz,
ojos).
Las mucosas de nuestro
organismo, como son la nariz, boca y ojos, actúan como barreras de defensa para
nuestra salud. En dichas mucosas quedan retenidos todos aquellos gérmenes que
entren en contacto con nuestro cuerpo. Dicha función se consigue gracias a que
estas mucosas se encuentran en un estado de humectación (humedad) muy alto. Si
dicho nivel de humedad se pierde, perdemos también esa capacidad defensiva,
dejando a nuestro organismo a merced de posibles infecciones muy frecuentes en
esta época del año, como son los resfriados y la gripe.